Ya que mis hermanos se
habían marchado con los amigos, ayer
por la tarde, mi padre y yo
nos fuimos a andar en bici por el pueblo.
La verdad es que al
principio no quería ir porque igual era menos seguro que en Cádiz, pero no paso
nada porque sólo pasaron uno o dos coches y tuvimos sitio para esperar a que
pasaran entre vehículos aparcados.
Yo me paraba a un lado solo,
sin que él me dijera “viene un coche” porque cuando oía acercarse uno del
frente o por detrás mía, ya tenía claro qué hacer.
Pasamos por calles con subidas,
suelo plano y con bajadas que por cierto, yo en las subidas le daba un acelerón
para vacilarle un poco pero luego no podía poner los dos pies en los pedales
porque, se me hacía más difícil cuesta arriba que cuesta abajo. También fuimos
por una carretera que tenía agujeros blancos y grandes, así que mi padre me
tuvo que decir dónde estaba colocado cada uno porque yo siempre voy detrás de
él.
Para terminar, os quiero
contar que hicimos una hora y me quedé muy a gusto porque me quedo contento
después de haber hecho ejercicio.
Hasta la próxima amigos.